miércoles, 23 de julio de 2008

VIVE EL PRESENTE

Sé amable, fino y comprensible con todas las personas, sobre todo con quienes te han acompañado a lo largo de la trayectoria en el recorrido de tu vida, en la ardua e incansable lucha contra todo tipo de obstáculos iluminando siempre tu sendero hacía adelante, que te ha llevado a tanto y te seguirá llevando hasta el final de tu camino, ama, respeta, valora, quiere y vive rodeado de felicidad que tanto nos hace falta a los seres humanos.
La vida es pasajera, momentánea y transitoria es como un marinero que va de un puerto a otro, cruzando los mares sobre grandes olas en altamar, sale un día de casa, dejando todo un cargamento valioso de grandes tesoros, el mas preciado que la humanidad se pueda imaginar, que para muchos es una utopía:
Esta es pues la familia, desde padres, hermanos, esposa hasta hijos, se despiden ambas partes, se puede sentir, llantos, tristeza y un gran dolor, pues es claro a simple vista que no se sabe si volverán a reunirse o esa sea la última vez que se tendrán juntos, por esa razón hay que vivir nuestra propia vida como si fuera el último día de nuestra existencia, porque nunca, pero nunca jamás regresará el tiempo atrás, el pasado puede ser cruel y tormentoso, es por ello que debemos tener presente, que siempre hay alguien que nos puede brindar amor y al mismo tiempo a la inversa regresar ese amor hacía las personas que amamos, hoy, es buen tiempo para meditar y hacer a un lado rencores, amarguras y resentimientos.
Mirar hacía adelante y no voltear atrás porque el ayer no existe, ni existió, ni existirá, hoy sólo está presente el vivir cada día con dicha y felicidad.

viernes, 11 de julio de 2008

LA SABIDURIA

La sabiduría de los sabios y la experiencia de los siglos pueden ser conservadas con las citas.
Tanto es la habilidad de tratar que el otro vea la luz, sin hacerle sentir el rayo.La sabiduría consiste muchas veces en cambiar una cosa por la otra.
El que no espera nada de los hombres es superior a todos los hombres.
El verdadero sabio sólo es riguroso consigo mismo; con los demás es amable.
El tonto no ve el mismo árbol que el sabio.
Las inteligencias grandes discuten las ideas; las inteligencias medias, los sucesos; y las pequeñas, las personas.Los sabios cambian de opinión, los tontos nunca.
Es de sabios cambiar de opinión, mas NO de valores.
Los hombres sabios aprenden con los errores que otros cometen, los tontos con los propios.

EL AMOR

El amor casi nunca tiene razones, o si las tiene, suelen ir a la rezaga del sentimiento como la cola de un cometa.
Primero, inexplicablemente, se nos descalabra el corazón y luego, tozudamente, el cerebro intenta darle un orden lógico al exabrupto, sin mucho éxito.
Y es cuando el amor hace mella, las estrategias de resolución de problemas, las buenas intenciones y los brebajes no encuentran el camino de la restauración, nada se opone al placer amoroso, nadie puede doblegarlo.
No existen razones manifiestas.
No hay demasiadas justificaciones y explicaciones, sino más bien un rotundo "porque si", tan irracional como hermoso. ¿Y por qué no?El "te quiero" siempre implica ambición.Suele incluir un "me perteneces" acaparador, cierta necesidad de posesión.
Un amor no posesivo, toma el anhelo y deja el dominio: "No te quiero para mi, ni siquiera te quiero para nada, sólo me gusta ser un observador de tu ser: ¡qué dicha que existas, independientemente de mi y más allá de mi!.
Para el filósofo Sponville, esa es la esencia del amor: la alegría de que el otro exista.Así de escueto y maravilloso.Es una felicidad esencial, radical. ¿Y dónde que la reciprocidad, la lucha por los derechos, el balance dador-receptor?Queda justo antes: si violas derechos no puede haber alegría de que existas, por que me haces daño.
En condiciones de respetabilidad y reciprocidad, tu existencia se justifica a si misma en el amor, o mejor, el amor se justifica a si mismo en ti.
Los enamorados se miran hasta gastarse, se descubren, se maravillan, se hipnotizan, porque el otro es fuente de éxtasis.¡Qué alegría que existas!Quizás esta posición pueda parecer demasiado idealizada, ingenua o romántica, pero en realidad, cuando una pareja no manifiesta, así sea de vez en cuando, el gesto bobalicón típico de quienes están "felices de que el otro exista", es que el amor anda cuesta abajo o se perdió en alguna curva.
Nadie es nadie.La ambición del otro, el deseo de ser siamés, no corresponde a un amor maduro y despojado de egoísmo.
El auto-respeto no es egoísmo, el absolutismo afectivo, si.¿Cómo se expresaría un enamorado que se alegra de que ella exista?: "Te quiero porque te quiero, porque se me da la gana y aunque no quieras.
Te quiero cuando te siento coexistir y respirar al ritmo de mi respiración que no cesa de quererte.No eres mía ni de nadie, te perteneces a ti misma, y yo sólo soy un voyerista que se deleita con tu paso por esta vida, que no es tuya ni mía, y aún así intentamos compartir.Lo mismo diría una enamorada de su hombre.
El amor es la alegría de que alguien exista.
Lo demás sobra y los demás también.
Es la felicidad sentida de que tu naturaleza me hace cosquillas, justo ahí donde debiera.

miércoles, 2 de julio de 2008

LA MUERTE

Acaso no es lo que más nos preocupa como seres humanos, seres mortales.
Y es que ¿quién sabe lo que realmente esta es? ¿Habrá algo más allá?.
Si no lo hay, ¿qué se sentirá formar parte de esa nada?.
En muchas ocasiones he tratado de imaginar lo que se sentiría ser nada.
Dicen que la imaginación no tiene límites, pero me es curioso encontrar que ese “sentirse parte de la nada” puede ser la excepción de esta regla.
Es decir, podemos resolver problemas de cálculo diferencial e integral, podemos ingeniárnoslas para enviar hombres a la Luna o naves espaciales a otros planetas, pero no podemos ni siquiera imaginar lo que se siente no ser nada.
Hace un par de años, mi padre fue asesinado.
Yo personalmente cargué sus cenizas hasta el lugar de su descanso eterno, aquella tierra donde están sus padres y abuelos.
Mientras cruzaba toda la ciudad hasta el panteón, me preguntaba lo que mi padre sentía, si es que podía sentir algo.
¿Podrá verme? ¿Habrá pasado a otra dimensión? ¿Existirá el cielo y el infierno? Lo único que sé, es que parte de mí murió junto con él.
Pero parte de él vivirá conmigo hasta que yo muera.
Esto me hizo recordar que la muerte nos rodea todo el tiempo.
Que la vida está llena de muerte, y cada uno de nosotros comienza a morir lentamente apenas viene a este mundo.
Cada vez que alguien cercano a nosotros muere, también lo hace una parte de nosotros. Cuando cambiamos de escuela, de casa, de auto, de computadora, de pareja o cualquier otra cosa, sucede lo mismo.
Es la muerte la que se hace presente en nuestra vida.
Y es que la muerte implica un cambio de vida o de estado.
Recuerdo que alguna vez quise matar a alguien, pero algo me detuvo.
Quizá fue el miedo a este cambio de estado.
Porque ¿quién sabe lo que pasa al morir? Nadie ha regresado para contarnos qué hay después o qué se siente morir.
Aunque supongo que no se siente nada morir, sino estar muerto. Y es que la muerte está hasta que la vida no. No se puede estar muerto y vivo a la vez.
Y sin embargo podemos experimentar esos momentos de muerte de los que la vida está llena. Es como una paradoja, estar vivo y sentirnos morir por dentro.
Entonces, ¿cómo es posible que a veces queramos morirnos? Ya alguien ha dicho que este es el más grande problema filosófico.
Yo no sé si sea cierto. Tampoco quiero dar una respuesta al mismo. Sólo me intriga el pensar por qué el ser humano querría privarse de la vida si es que le tiene tanto miedo a la muerte.
Sin importar la religión que se profese, todos alguna vez hemos temido a la muerte. Ya sea por no querer dejar esta vida o por la incertidumbre de la existencia de algo más allá de ella.
Algunos sueñan con la inmortalidad y otros se limitan a no pensar mucho en estos asuntos. Incluso se le puede venerar, como se hace con la Santa Muerte.
Por lo tanto, ¿cómo lo más aterrador puede ser también lo más deseado? ¿Acaso la vida puede llegar a ser peor que la muerte? Y ¿cómo podemos saber que es peor si nunca hemos estado muertos?.
Quizá todos hemos estado muertos de alguna forma. ¿Alguien puede recordar algo antes de haber nacido? ¿Dónde estábamos? ¿Estábamos muertos? En cierto modo sí, si tomamos en cuenta que la muerte es un cambio de estado.
Entonces, ¿estamos muertos ahora?.
Es que si antes de nacer no éramos nada, o por lo menos no algo igual a lo que somos ahora, es porque cambiamos de estado, de “vida”.
Por lo tanto, se valdría decir que estamos “muertos”.
Por ende, vuelvo a cuestionarme el porqué tememos tanto a la muerte.
Supongo que no nos asusta lo que ya pasó, sino lo que está por pasar.
Ahora bien, si ya hemos experimentado la muerte de alguna manera, ¿por qué no logramos comprenderla?.
Es irónico que todos los días experimentemos lo que se siente no ser nada y aún no lo comprendemos.
Porque al dormir a veces pasa que simplemente no tenemos sueños o no los recordamos. Es un tiempo muerto en nuestras vidas.
¿Quién te garantiza que te vas a despertar? ¿Qué sientes cuando estás profundamente dormido?
Pero la vida no sólo está llena de muerte, también lo está de amor. Y es que el amor está ligado a la muerte. Es este quién nos anima a vivir, que nos hace valorar la muerte y hasta temerle.
Quizá por falta de amor es que a veces queremos estar muertos.
Y definitivamente por amor es que queremos estar vivos.
Ya sea amor a la pareja, al trabajo, a un pasatiempo, a la familia, al dinero o cualquier otra cosa, persona o acción.
La muerte, de alguna manera, le da sentido al amor, por lo que no puede considerársele como mala. De hecho, creo que es lo más imparcial que puede “existir”.
Sin embargo, cualquier suposición, hipótesis, duda o pregunta acerca de la muerte, no la podremos responder o confirmar hasta que la experimentemos en carne propia. Quizá nos demos cuenta de que existe algo después.
Quizá no haya nada. Quizá todo esto sea un sueño del que debemos despertar.